Una fábula inspirada en la obra de Rafael Pombo
para que los jóvenes emprendedores le pierdan el miedo a lanzarse al charco.
Pensando a futuro Rin Rin Empresario
se llenó de valor y renunció a su trabajo.
Con solo una idea, que nadie entendía
se lanzó al charco sin cobardía.
La gente decía: ¿qué haces Rin Rin?
vuelve a tu escritorio y trabaja sin fin.
Tu sueldo mensual está asegurado,
de ocho a cinco eres empleado.
Pero Rin Rin Empresario tenía otra visión:
“¡La vida es muy corta y yo quiero acción!”
Quiero construir mi propio futuro,
no temo al fracaso, ni al trabajo duro.
Y así el buen Rin Rin comenzó su proyecto,
sin experiencia y sin presupuesto.
Pero en su mente tenía una visión
que requería innovación.
Con más renacuajos emprendedores
aprendió mucho y evitó errores.
Los buenos consejos siempre aplicó
y su idea de negocio se fortaleció.
Escucha Rin Rin, le dijo un colega,
la empresa es la empresa, la suegra es la suegra.
La oportunidad de negocio hay que validar
antes de ir por clientes y facturar.
Sal a la calle a hablar con la gente,
y descubre todo dentro de su mente.
Identifica sus necesidades
y ahí encontrarás oportunidades.
Construye un equipo de apasionados,
con muchas ideas y nunca asustados.
Lidera con estilo y personalidad
y define las metas con claridad.
Pasaron los meses, tal vez un año,
y Rin Rin Empresario subía más escaños.
Ahora tenía un business plan
e inversionistas de calidad.
Rin Rin Empresario llegó a otros países
convirtiendo personas en clientes felices.
Con un crecimiento exponencial
su marca ya vale un dineral.